Desastres: Error Humano y Liderazgo a la Chilena

Hoy se conmemoran 7 años del 27/F, el fatídico día en que se pusieron a prueba todos los protocolos, organizaciones, costumbres y liderazgos.

El fatídico día que, en teoría, marcó un antes y un después en materia de gestión del riesgo de desastres.

Y digo en teoría porque se supone que luego de ese terremoto, Chile debería estar a la cabeza en gestión del riesgo y en gestión de la emergencia, con una cultura preventiva insertada en nuestros ADN, con autoridades conscientes de que los eventos naturales y/o humanos deben ser materia de agendas políticas de corto y largo plazo, nuevas condiciones para construir en terrenos -no solo basado en la norma sísmica-, etc.

Pero analicemos que ha pasado desde el 2010:

– La modificación a ONEMI sigue en el congreso (lleva 6 años) y recién, a raíz de los incendios forestales que aún estamos sufriendo, el gobierno anuncia que en marzo se «retomarán» los trámites para su aprobación. Lo que por supuesto incluye modificación e indicaciones que deben ser discutidas por el congreso, en año electoral y con mayor endeudamiento fiscal de muchos años.

– Hemos tenido dos eventos hidrometeorológicos destacados (Atacama 2015 y los que acabamos de vivir entre Antofagasta hasta Santiago). Ambos con alertas meteorológicas emitidas días previos pero sin reacción de ninguna autoridad.

– Los peores incendios forestales de la historía con una tardía reacción de las autoridades y un «tira y afloja» con las donaciones, especialmente la historia archi-conocida del Super Tanker.

– Todos los expertos coincidiendo que nuestro sistema no funciona como debiera.

– Etc.

Ahora, si sacamos un común denominador, tendremos que analizar el ERROR HUMANO y el LIDERAZGO (o la ausencia de liderazgo) en los desastres.

Hablo de error humano cuando se dice «no habrá tsunami» y fallecen cientos de personas confiando en que las autoridades tienen información suficientemente corroborada para afirmar aquello. Hablo de «incendios controlados» mientras se quemaban cientos de miles de hectáreas y se perdían vidas tratando de combatir el fuego. Hablo de informes meteorológicos que pareciera no despertar la alarma de quienes deben dar la alarma a la ciudadanía. E incluso hablo de una ciudadanía que no se informa y espera que «alguien más haga las cosas».

Todos esos ejemplos son errores humanos que se suman a las cadenas de errores que terminan agravando un desastre. A eso sumémosle la pésima, ni siquera mala, forma en que las autoridades comunican a la ciudadanía las cosas, un ejemplo de ello es «tenemos personas que no están desaparecidas pero no sabemos donde están» o vocerías asumidas por autoridades no especializadas en emergencias que en vez de calmar a las personas producen más incertidumbre.

Nuestro querido modelo de protección civil y emergencias, se basa en muchas presunciones, pero la principal es que TODOS somos parte del sistema, pero cuando este no funciona, siempre volvemos a la conclusión de que falta voluntad política para darle peso al sistema, falta visión para la construcción en zonas no vulnerables, faltan recursos, falta conocimiento, reaccionamos y no prevenimos, y un sin fin de excusas. Y en esas excusas se nos pasan los años y no tenemos ninguna mejora sustancial en el sistema, peor aún, habiendo sufrido desde 2010, tres terremotos (Iquique, Coquimbo y Chiloé), dos incendios forestales fuera de precedentes (Valparaíso y el actual del Centro y Sur del País), un descarrilamiento con materiales aparentemente tóxicos, dos aluviones ya mencionados, entre otros.

Pero lo principal es que aquí destaco no solo el ERROR HUMANO al tomar malas decisiones tanto en la respuesta como en la prevención, sino que me llama mucho la atención lo que llamo el «LIDERAZGO A LA CHILENA» o «que alguien más lo haga«.

Solucionar el problema de la construcción en zonas de riesgo, es tan simple como tan complejo al mismo tiempo. Bastaría que la autoridad competente indicara «en este terreno, en el cual usted desea construir un hospital, un colegio, un mall, un condominio de casas y departamentos, está ubicado en una zona de alto riesgo de desastre». La pregunta es ¿Habrá alguna autoridad dispuesta a enfrentarse a las constructoras y lobbistas que construyeron por ejemplo sobre la Quebrada San Ramón? o ¿habrá autoridad capaz de denegar permisos de edificación para construir lujosos condominios a la orilla del mar BAJO la cota 30? y como no hay autoridades que sean capaces o estén dispuestas a aquello, entonces cuando tengamos otros desastres, el problema será de alguien más, seguramente de ONEMI, o sea «que alguien más lo haga«.

La nueva institucionalidad de ONEMI que lleva años en el congreso, a menos de un año del cambio de gobierno y de parlamentarios, así como la gratuidad en educación, terminará probablemente en «que el próximo gobierno vea como lo hace o como lo financia» o sea «que alguien más lo haga«.

La misma gente que subió al cajón del maipo: ¿vió el informe del tiempo en la Dirección Meteorológica para este fin de semana? o ¿esperamos a que alguien más avisará si pasa algo? o sea ¿»que alguien más lo haga»?

Podrían haber muchos más ejemplos, pero en Chile tenemos esa nefasta costumbre de «que alguien más lo haga», cuando somos nosotros mism@s quienes debemos ser los primeros en prevenir los riesgos, para que los desastres sean menos destructivos o por lo menos tengamos menos muertes que lamentar.

Hay cosas tan simples como ver el prónostico del tiempo en el organismo especializado para ello y hacer un análisis de aquello, dada nuestra vulnerabilidad a los desastres, a veces es preferible pecar de exagerado a no hacer nada y tener que lamentar después. Avisar si vamos a subir un cerro, llevar un teléfono con GPS y que alguién pueda seguirnos en caso de emergencia por el mismo teléfono, alelajrnos de los cauces de ríos cuando hay crecidas o lluvias intempestivas, hacer cortafuegos antes de que llegue el fuego, tener extintores cargados y suficientes para cubrir toda la casa, y mcuhas cosas que podemos hacer para prevenir y no tener que lamentar la pérdida de vidas por no tomar precauciones, ya lo vimos con las dos personas fallecidas en el cerro provincia en santiago y lo vimos en el desastre de antuco.

Para que el sistema de protección civil funcione, representado mayormente por ONEMI y del cual somos todos parte, debemos comenzar a tomar consciencia nosotros mismos y no esperar a que las autoridades hagan las cosas, que por lo demás, casi siempre van a destiempo.

Es necesario dejar el Liderazgo a la Chilena o que «alguien más lo haga».

2 comentarios en «Desastres: Error Humano y Liderazgo a la Chilena»

  • el 27 febrero, 2017 a las 5:37 pm
    Enlace permanente

    Felicitaciones por el análisis. Se trata de obtener lecciones de los hechos y no entrar en la dinámica de la TV y la farándula. Es el momento de hacer los cambios que el SNPC demanda, dada nuestra realidad de país vulnerable y «reactivo». La RRDy la GRD, no están instaladas en las autoridades responsables de la conducción del País y sus organismos pertinentes y, si supieran y quisieran asumir la tarea que esto demanda,se requiere de valor y VOLUNTAD POLÍTICA y, para eso hay que deponer particulares intereses y poner en el primer lugar el futuro del país y el desarroll sostenible para las futura generaciones. Ese trabajo ADAPTATIVO, lamentablemente requiere de tiempo, un fuerte nivel de liderazgo y de cambios de doctrina y de paradigmas en el colectivo nacional. La tarea : Comprensión del Riesgo.

    Respuesta
  • el 27 febrero, 2017 a las 5:59 pm
    Enlace permanente

    Excelente análisis. Luego del terremoto del 27F, se abre una ventana de oportunidad para un problema público que da origen en su agenda a un proyecto de ley, el que con sus defectos y virtudes aún no ve la luz, ya sea por presupuesto, prioridad o falta de voluntad política.

    Los últimos incendios forestales, considerados entre los más grandes de nuestra historia, vuelven a abrir el debate de las responsabilidades individuales y colectivas, donde veo que más bien prima el enfoque de derecho y no de deber.

    Luego, considero que más allá de un cambio normativo o de estructura burocrática, se requiere es que este problema sea visto como una oportunidad, con un compromiso que parte por preguntarnos, que nivel de desarrollo queremos, como crecen nuestras ciudades, como incorporamos el riesgo de desastres a la gestión empresarial o del Estado.

    Finalmente, no creo adecuado seguir hablando de resiliencia, cuando esta puede transformarse en una falsa sensación de seguridad o que mi nivel de tolerancia aumenta.

    Al menos conocemos lo que está ocurriendo y como nos afecta, ahora solo debemos actuar y promover el liderazgo más que buscarlo en gurus o expertos.

    Respuesta

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *